CÁRCEL DE AMOR
por Paula
López-Droguett
“Pero el
destino de las mujeres es remover una pena de amor en una casa ordenada, ante
una tapicería inconclusa”.
Maria Luisa
Bombal
Una casa encerada como signo de
pulcritud. La mesa bien puesta y el olor a limpio como símbolos de una conducta
adecuada en un modelo donde la mujer posee ciertos deberes asignados por una
labor, la de “dueña de casa”. Dueña de qué nos preguntamos.
Paula López-Droguett nos enfrenta
a una escena íntima cargada de lecturas, poniendo en conflicto los significados
asociados al hogar, la armonía, el orden y el rol de mujer-esposa-ama de casa.
La obra pone en foco su cotidiano más privado, quitándole al quehacer doméstico
un velo que no conocíamos y que no sólo revela conductas propias de una soledad
diaria, sino también una rebeldía cruda y pura.
¿Un momento de locura? ¿Una
obsesión compulsiva? ¿Acaso una escena del crimen? ¿El hastío de la rutina, sus
formas y órdenes? El olor se transforma en preguntas incómodas que se pegan en
la nariz y en la cabeza, destruyendo, a través de la exacerbación, los
signos que ya conocemos. El color vibrante de la cera aglutinada, desparramada
en coágulos que se presentan como heridas tras una pulsión liberadora, nos
empuja a salir del hogar con náuseas.
Cárcel de
amor es la ruptura de un mundo
interno. El complejo de Penélope arrebatado en una tarea que, aparentemente
viciosa, es violentamente resolutiva. Las ilusiones sumisas y el imaginario de
la mujer que espera desaparecen en una escena sangrante de
verdad, deseo y empoderamiento.
Daniela Fuentes Posada.